El grito de Carlos no contenía información alguna pero tampoco hacía falta, María llevaba una cerveza en la mano y un vaso limpio recién sacado del congelador. Carlos agarró botella y vaso sin dar las gracias, de todas maneras ella tampoco esperaba que lo hiciese.
María se sienta cerca de Carlos pensando como decirle que hacía falta ir al supermercado. Por una parte, Carlos había bebido mucho y no le hacía gracia que él la llevase en ese estado. No sería la primera vez que Carlos se durmiese al volante y lo despertase una farola. Pero por otra parte, que llegase la hora de la cena y no hubiese nada listo era algo que le producía más miedo que un accidente de tráfico.
Carlos veía “¿Quien quiere ser millonario?”. Al acabar el programa estaba hecho un erudito.
- ¿Sabes cúal es el origen de la palabra aguacate?
El rostro de María se iluminó por un segundo. La charla insustancial era lo más parecido al afecto que Carlos le daba. Con el tiempo, frases cómo “¡Qué calor hace!” y “No veo la hora de que sea comienzos de mes” se habían convertido para María en “Gracias por la cerveza” y “Te quiero”.
No sabía el origen de la palabra aguacate, pero no quería perder la oportunidad de un poco de trato humanitario y aventuró:
- ¿Será algo de agua no?
Carlos unos segundos antes ignoraba la respuesta, acababa de verla en el concurso. Pero le contestó como si lo hubiese sabido siempre y María fuese una pobre ignorante.
- Viene de “ahuacatl” y significa testículo
María rió, supuso que para él era una gracia y que esperaba que ella se echara a reir. Pensó que este sería un buen momento para decirle lo de la compra.
- Hay que ir al súper. Ya se acabó la comida.
- ¡Joder! ¡No puedes ser más inútil! ¿Te parece qué el puto calor que hace fuera es como para salir de compras?
- Puedo ir yo sola si ...
- ¿Estás loca? No te soltaré el coche. Espera que me arregle un poco. Será estúpida la...
María conducía mejor que él, pero no dijo nada. Siguió en silencio cuando salieron de casa y siguió en silencio incluso cuando desde el coche Carlos gritó obscenidades a la hija de los vecinos de 16 años. María sólo rompió su silencio en el supermercado para decir:
- ¿Puedes por favor coger unos aguacates mientras hago cola en la carnicería?
Carlos estaba sorprendido por lo que consideraba una osadía por parte de ella. Le miró con desprecio y contestó entre dientes:
- ¿Me has visto cara de verdulera? Escoger aguacates es una de las pocas cosas en las que un hombre se fiaría de tu criterio, así que no la desaproveches.
María buscó con la mirada y descubrió que los aguacates estaban a pocos pasos de Carlos. Escogió unos pocos y volvió a la cola.
- ¿Ves como podías tu solita? Tu momento estelar y estuviste a punto de desperdiciarlo.
María guardó silencio nuevamente. Esta vez durante el resto del día.
Debían ser las cuatro de la mañana cuando un suave peso sobre el cuerpo y un extraño cosquilleo despertaron a Carlos. Sus ojos se acostumbraron rapidamente a la oscuridad y pudo distinguir la silueta de su mujer sobre él. “¿Querrá follar a estas horas la muy puta?” se preguntó sin acabar de despertarse.
Su mujer, o más bien esa sombra que parecía ser ella, alzó la mano y Carlos pudo distinguir el resplandor de la hoja de un cuchillo. Era todo lo que necesitaba para acabar de despertarse. Se intentó levantar y descubrió con horror que estaba atado.
- ¿Te has vuelto loca? ¿Pero qué demonios crees qué haces zorra?
María movió el cuchillo por el pecho de Carlos, despacito, cada vez más abajo. Cuando Carlos sintió que el cuchillo acariciaba su prominente barriga y seguía bajando, empezó a temer lo peor.
- ¿Qué demonios te propones maldita loca?
- Tranquilo... No pasa nada. Solo voy a llevarme un par de aguacates.
Será mi momento estelar...

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