sábado, 23 de mayo de 2009

El héroe local

En un pueblo tan pequeño todos nos conocemos. Todos tenemos una etiqueta que nos define y nos identifica mejor que el DNI.

¡Suena la campana! ¡En esta esquina, Lola! ¡La puta! ¡En esta otra Angel! ¡El cura!... Me estoy yendo por las ramas. Es que desde mi ventana veo a Lola y al cura discutir por el control de una esquina.

No es de ellos de quien quería escribir sino de Pedro. Sí, hay varios en el pueblo que llevan ese nombre, pero sólo hay un Pedro.
Los otros son Pedro el fontanero, Pedro el peluquero (también llamado por algunos Pedro el maricón)... Pedro, sin más, sólo hay uno.

Si preguntas por Miguel en el pueblo te preguntarán con fastidio “¿Cuál Miguel?” deberás especificar que se trata de Miguel el carnicero o el médico si quieres información.
Pero si preguntas por Pedro a secas, nadie dudará. Con orgullo te dirán que es un gran amigo aunque eso no te interese y te invitarán una cerveza mientras te cuentan la triste historia de Pedro. Aquel hombre maravilloso que acabó en la cárcel por una mala mujer.

La mujer de Pedro tiene la única tumba del pueblo en la que no hay ni una mísera flor. La única tumba sobre la que nadie ha llorado.
Ella y solo ella tiene la culpa, a ojos del pueblo, de que Pedrito esté injustamente encerrado en la cárcel.
Las chicas le hacen visitas conyugales como si fuesen las grouppies de una estrella del rock.
Los padres de ellas no hacen nada por impedirlo, gustosos aceptarían a Pedro como yerno, ese pobre chaval merece ser feliz.

He oído que el alcalde había entrado en contacto con Amnistía Internacional para pedirles que liderasen una campaña para liberar a nuestro amado Pedro. Los de la ONG le contestaron que no estaban interesados en intentar ayudar a un asesino confeso. Supongo que ese fue el motivo por el que el pueblo dio aquella paliza al turista que llevaba la camiseta de Amnistía.

Si me preguntan qué opino de Pedro digo que es un gran tipo. Mi padre me da una palmadita en el hombro y dice “ese es mi hijo”. Pero lo cierto es que no me parece un gran hombre.
Para mí es simplemente un tipo que mató a golpes a su mujer cuando esta le confesó que tenía un amante y quería divorciarse.
“Por culpa de esa zorra Pedrito acabó preso” sentencia alguien escupiendo al suelo y yo asiento buscando la aprobación del pueblo.

He decidido autodenominarme, en secreto, Antonio... el cobarde.

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