Nadie me ve. Mido 1.82 y peso casi cien kilos pero nadie me ve. La recepcionista de "Salud Total" habla por teléfono mientras yo repito con voz alta y clara:
-¡Disculpe!¡Señorita!
No se trata de que aquella señora sea incapaz de caminar y masticar chicle a la vez. Es que sencillamente no me ve. Otra maruja me pisa, pasa por delante mío y habla con constipado y afónico susurro:
-Señorita...
La recepcionista corta a su interlocutora con un "luego te llamo" y pasa rápidamente a la Maruja con un médico (No vaya a ser gripe porcina). Ofendido reclamo:
-¡Oiga señorita! ¡Yo estaba primero!
La recepcionista me ignora una vez más. El tipo que está detrás mío también se queja y recibe un:
-Tranquilo señor que el próximo es usted.
Nuevo pisotón y un vez más retrocedo un puesto en la cola. Magullado en mi amor propio y mi pie izquierdo decido que la muñeca no me duele tanto y me largo a una tienda de informática a comprar una alfombrilla ergonómica para mi mouse.
En plena Murillo soy ignorado por cuatro taxis (el tercero de ellos estuvo a punto de atropellarme).
Soy el único transeunte al que ningún moto-taxi ofrece sus servicios, nadie da publicidad y nadie intenta convertir en testigo de Jehová. Intento verle el lado positivo:
-Al menos nadie intentará atracarme- Pero es que en Colombia si no tienes por lo menos un atraco en tu haber no eres nadie.
Esa es damas y caballeros, la dura vida de un hombre invisible. No fisicamente invisible, me reflejo en el espejo y proyecto sombra, es sólo que nadie me ve. Incluso la puerta automática del supermercado se niega a abrirse ante mí.
¿Y a qué viene lo de primo? ¿No se lo preguntaron, verdad? Si es que no soy visible ni por escrito...
Lo de primo se debe a que algunas veces, por alguna razón sobrenatural del tipo "Cuando la luna se encuentra en la octava casa de acuario" (Referencia al conde Patula), alguien me ve. Abre ojos y boca desproporcionadamente como si yo hubiese aparecido de golpe y me dice:
- ¡Anda! ¡Eres igualito a un primo mío!
Siempre que logro hacerme visible resulto ser igual al primo de alguien. ¿Pero cómo lo saben? Si es igual a mí será invisible también.
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