domingo, 14 de junio de 2009

Días de guerra

Día 124
Es el cuarto mes de guerra sin cuartel. Mis tropas caen jadeantes al suelo sin que yo pueda hacer nada para mitigar su dolor. Por el contrario, con los ojos encendidos de pasión les grito inmisericorde: ¡Sigan peleando!

Día 127
Aunque era un acto irracional, estúpido, suicida, lancé mi horda de sentimientos, harapienta, mal equipada, sin entrenar, en un vano intento por destruir la férrea defensa que había construido tu orgullo. Ese Orgullo al que nombraste comandante en jefe de tus tropas y contra el que nada pudo hacer Amor Puro, comandante de las mías, general joven e inexperto, pero valiente como pocos.

Día 132
El último bombardeo de palabras crueles que lanzaste acabó con dos de mis mejores soldados: Ilusión y Confianza.
Mi Amor Propio se voló la tapa de los sesos y la Esperanza desertó.

Día 140
Pesimismo me entregó un informe preocupante: “Se nos acaban las provisiones. Tendremos que entregar nuestra bandera”.
El informe completo decía lo siguiente:
"Nos quedan recuerdos para una eternidad.
Vida para unos años
Fuerzas para unos días.
Se nos acabó la dignidad".
-¿Cuánta paciencia nos queda? -pregunté nervioso. Nadie supo darme una respuesta clara.

Día 143
Mi último ataque, comandado por la Desesperación, descargó una fuerte metralla de súplicas que tus tropas repelieron con facilidad. Finalmente los encargados de llevar a cabo el operativo perecieron a manos de un pelotón de promesas rotas.
Fue así como acabé aquí, en el Waterloo de tu abandono. Con el cañón de mi olvido metido en la boca.
Todo es en vano, al olvido no le quedan balas...

Día 145
Cuando tus tropas entraron triunfantes a mis ruinosas trincheras me encontraron suspendido en el aire. Me había quitado la vida ahorcándome con tu mirada. La había encontrado tirada en un rincón de mi corazón.

Día 146
Mientras tus sentimientos arrojaban mi cuerpo en un barrizal, encontraron una nota en el bolsillo de mi chaqueta. Era mi despedida, un último mensaje cifrado para que tus servicios de inteligencia lo decodificasen. No les costó mucho esfuerzo revelar el mensaje, era para ti:
“SIEMPRE HUBIESE ESTADO AHÍ”.

1 comentario:

  1. Aunque ha sufrido algunas reformas menores, este relato es en esencia el mismo que escribí hace ya como nueve años. Por eso me sorprende que aunque he evolucionado mucho como escritor de relatos cortos, este siga siendo a mi juicio el mejor de mi repertorio.
    Puede que simplemente le tenga cariño.

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